"Les recomiendo que no dejen nada sobre la mesa porque acaban de robar un celular", advierte el mozo a dos señoritas que eligieron un bar situado frente a la plaza Urquiza para cenar. Es un martes, pero parece que no hay días ni horarios para que este tipo de cosas sucedan.
"Podés verlos desde la mañana hasta la noche, toda la semana y varias veces al día", afirma Marcela, que está al frente de la caja de otra de las confiterías que rodean al concurrido paseo de barrio Norte. Y aclara algo más: "pasa tanto en las mesas que están en la vereda como en las de adentro". Según señala Marcela, se trata de una práctica que se incrementó de manera alarmante durante el último año. Si bien existen diferentes mecanismos, la historia es siempre la misma. Cuando los bares se llenan de clientes, un grupo de niños ingresa con la intención de recolectar "moneditas", ya sea a cambio de una golosina o una tarjetita con frases tiernas y simpáticas ilustraciones.
"Generalmente, tienen entre 7 y 14 años y suelen ser los mismos", afirma Inés, la encargada de otro bar de la zona. "Entran en 'banditas', de a 3 o de a 4, roban y después salen corriendo; ya se tienen aprendidos todos los trayectos del local para esconderse y escaparse de los mozos", agrega la mujer. El último hecho que recuerda sucedió hace poco y la autora del robo -según dice- era una nena de unos 10 años, a la que tampoco pudieron alcanzar.
"No los podés tocar"
Cada confitería tiene una postura distinta respecto al ingreso de estos niños. Mientras algunos les permiten circular libremente dentro de las instalaciones, otros les prohíben la entrada. "Nosotros tenemos seguridad privada desde las 23, pero es difícil controlarlos. Si les pedís que se vayan, se largan a llorar y empiezan a gritar y, obviamente, no los podés tocar, porque son menores. Entonces no te queda otra que dejarlos y esperar a que salgan solos", se resigna Inés. La mujer reconoce que no es fácil atraparlos después de que levantan los teléfonos. "Un par de veces los mozos los alcanzaron y los obligaron a devolver el celular, pero generalmente el cliente está distraído y se da cuenta tarde". En ese sentido, Inés explica que no les queda mucho por hacer. "Hablamos a la Patrulla Urbana, pero nos dicen que no los quieren llevar porque al rato los padres los sacan y todos los días es lo mismo".
"Nunca se termina"
Por su parte, el director de esa unidad policial, comisario Julio Vargas, considera que son los dueños de los bares los responsables de controlar la situación. "Usted los ve chiquitos, pero son muy atrevidos y muchas veces están enseñados por los padres; es muy difícil tratar con los menores", se defiende.
Vargas aclara que "hacemos prevención dentro de nuestras posibilidades, pero es imposible que haya un policía en cada bar". Asimismo, considera que es una lucha interminable. "En algunos casos, me imagino que son los padres los que los mandan a robar; a ellos no les interesa tenerlos en la casa y mucho menos darles contención", argumenta.
El jefe de la Patrulla Urbana recuerda que trabajaron en casos donde tuvo que intervenir el Poder Judicial, ya que eran manejados por un mayor. "El problema es que el menor no confiesa que sus padres lo mandan", añade.
El comisario insiste en que es una tarea difícil. "Si los agarramos, los llevamos a la comisaría, pero después el Juzgado de Menores los entrega a los padres de vuelta, así que nunca se termina la historia", concluye.
Consejos y aclaraciones
¿Qué recaudos se puede tomar para evitar este tipo de robos?
Los propietarios de los bares recomiendan no dejar nada de valor sobre la mesa. Si elige sentarse afuera, tener especial cuidado con las carteras y notebooks, que suelen ser arrebatadas por motociclistas.
¿Si me roban el celular, el dueño del bar tiene la obligación de pagarlo?
No es obligatorio devolver el dinero correspondiente al valor del celular robado y tampoco es tenido en cuenta por Defensa del Consumidor, afirma el director de esa repartición, Pablo Zeitune.
¿Cuáles son las zonas donde más se mueven "los pirañas"?
Según la Policía, no hay una zona que se destaque por la presencia de estos niños que van en busca de celulares. Sin embargo, la mayoría de los testimonios apuntan a dentro de las cuatro avenidas.
¿Si les doy una moneda, evito que me roben el celular?
No todos los niños que ingresan a pedir monedas tienen intenciones de robar. De todas maneras, los encargados de los bares explican que suelen actuar cuando la gente se descuida buscando la plata.